¡Qué galardón tan espléndido para el que confía!
¡Quiera el Señor concedérmelo con abundancia!
Quien en Él confía se confiesa el mayor pecador del mundo, y para él está preparada la misericordia de Dios.
Sabe que ningún mérito hay en él, mas la misericordia desciende sobre su persona y se le concede con liberalidad.
¡Señor, concédeme esta gracia, porque en ti confío!
Considera, alma mía, la defensa que te rodea.
A la manera que un príncipe se halla cercado de soldados, así lo estás tú de la misericordia de Dios.
Delante y detrás de ti, por todos los lados, puedes contemplar esta numerosa guardia de la gracia.
Nos encontramos en el centro mismo de la gracia porque estamos en Cristo Jesús.
¡Oh, alma mía! ¡Qué atmósfera te envuelve!
Del mismo modo que el aire te rodea por todas partes, así te circunda la misericordia de Dios.
Grandes males están reservados para los malos; en cambio, hay para ti tanta abundancia de dones, que ni siquiera merecen mencionarse las tribulaciones.
Dice David: «Alegraos en el Señor, y gozaos, justos; y cantad todos vosotros, los rectos de corazón».
Obedeciendo este mandato mi corazón triunfará en Dios y manifestará su gozo.
De la manera que Tú me has cercado de tu misericordia, así andaré yo alrededor de tus altares, oh mi Dios, con himnos de gratitud por tu liberación.
Hoy me siento seguro al saber que su misericordia me rodea como un manto de amor y comprensión.
Señor, Gracias por tener misericordia de mi. Gracias por tu amor infinito y por darme tu bondad como un regalo diario. Amén.
¡Quiera el Señor concedérmelo con abundancia!
Quien en Él confía se confiesa el mayor pecador del mundo, y para él está preparada la misericordia de Dios.
Sabe que ningún mérito hay en él, mas la misericordia desciende sobre su persona y se le concede con liberalidad.
¡Señor, concédeme esta gracia, porque en ti confío!
Considera, alma mía, la defensa que te rodea.
A la manera que un príncipe se halla cercado de soldados, así lo estás tú de la misericordia de Dios.
Delante y detrás de ti, por todos los lados, puedes contemplar esta numerosa guardia de la gracia.
Nos encontramos en el centro mismo de la gracia porque estamos en Cristo Jesús.
¡Oh, alma mía! ¡Qué atmósfera te envuelve!
Del mismo modo que el aire te rodea por todas partes, así te circunda la misericordia de Dios.
Grandes males están reservados para los malos; en cambio, hay para ti tanta abundancia de dones, que ni siquiera merecen mencionarse las tribulaciones.
Dice David: «Alegraos en el Señor, y gozaos, justos; y cantad todos vosotros, los rectos de corazón».
Obedeciendo este mandato mi corazón triunfará en Dios y manifestará su gozo.
De la manera que Tú me has cercado de tu misericordia, así andaré yo alrededor de tus altares, oh mi Dios, con himnos de gratitud por tu liberación.
Hoy me siento seguro al saber que su misericordia me rodea como un manto de amor y comprensión.
Señor, Gracias por tener misericordia de mi. Gracias por tu amor infinito y por darme tu bondad como un regalo diario. Amén.
Charles Spurgeon
Libro De Cheques Del Banco De La Fe.
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